
Beneficiario de Trasplante
Nací como un “bebé azul”, con un defecto cardíaco congénito grave, en una época en la que la cirugía a corazón abierto apenas comenzaba. Mi familia no esperaba que llegara a cumplir mi primer año de vida, pero a los dieciséis meses fui parte del primer grupo de bebés en recibir una cirugía a corazón abierto. Para cuando cumplí veinte años, ya me habían hecho dos cirugías más.
En mis treintas, mi salud fue empeorando y me incluyeron en la lista nacional de espera para trasplante. Cuando cumplía 40 años, me dieron la noticia de que había un corazón disponible para mí. ¡Qué regalo de cumpleaños!
Gracias a mi nuevo corazón he podido vivir experiencias que jamás pensé que podría: asistir a las bodas de mis sobrinos y compartir la alegría del nacimiento de sus hijos; viajar a muchas ciudades, disfrutar de festivales de música, visitar hermosos parques nacionales, escalar ruinas y caminar por el borde del Gran Cañón.
Recientemente, gané una medalla de oro en boliche en los Juegos de Trasplantes de América. Sin embargo, la experiencia más agridulce fue el día que conocí a la esposa y la hija de mi donante.
Hubo lágrimas, tristeza y alegría. Estoy convencido de que ese encuentro nos ayudó a todos a cerrar un capítulo lleno de preguntas. Y sí, ¡todavía mantenemos el contacto!
En julio de 2021, celebré veinte años de haber recibido mi “Regalo de Vida”. Nunca doy por sentado este trasplante. Por eso, apoyo y asesoro a otras personas que esperan su Regalo de Vida, y soy voluntario como embajador de Life Alliance (LAORA), promoviendo la importancia de la donación de órganos.
Siempre estaré agradecido con mi donante y su familia por haberme dado este regalo que me salvó la vida. Me llena de orgullo compartir la foto de mi donante y decir: “Tengo el CORAZÓN DE UN MARINE”.
- Scott Shamis (Beneficiario de Trasplante)