Beneficiaria de Trasplante
Nací con una enfermedad pulmonar terminal llamada fibrosis quística. Los médicos no creían que viviría más allá de los 30 años. Hoy tengo 43 y, cada día, estoy venciendo las probabilidades. A lo largo de mi vida, me he mantenido saludable, enérgica y con una actitud positiva. Amo mi vida y a las personas que forman parte de ella.
Me esforcé mucho por mantenerme sana: dedicaba horas cada día a tratamientos respiratorios, pasaba por hospitalizaciones, hacía ejercicio y tomaba docenas de pastillas todos los días. Todo eso me ayudaba a seguir adelante en mi lucha contra la enfermedad.
Durante mis treinta, conocí al que hoy es mi esposo. Pero mientras planeábamos nuestra boda, mi enfermedad empeoró. Terminé necesitando oxígeno las 24 horas del día, pasé meses en el hospital y comencé el proceso para ser evaluada como candidata a un trasplante doble de pulmón.
En febrero de 2015, me incluyeron en la lista de espera de la Clínica Mayo en Jacksonville, Florida. Después de nueve largos meses, el 10 de noviembre de 2015, recibí mi “regalo de vida”: dos pulmones nuevos de parte de mi donante, mi ángel. Ese día, mi vida cambió para siempre.
Aunque estuve en coma casi un mes y sufrí muchas complicaciones, incluyendo pasar 65 días conectada a un respirador, el día 71 salí del hospital caminando por mi cuenta... y no he mirado atrás desde entonces.
Desde ese día, ¡la vida ha sido una aventura increíble! Mi esposo y yo, junto con nuestros dos perritos, hemos vivido la vida al máximo, siempre cumpliendo con todas las “reglas del trasplante”. He viajado, hemos comprado la casa de nuestros sueños, corrí una media maratón, estoy escribiendo un libro sobre mi experiencia con el trasplante, he educado a otros sobre la donación de órganos, y comencé una nueva carrera en el sector inmobiliario.
Todo esto es posible gracias a la decisión desinteresada de mi donante. Además de salvarme a mí, él salvó a otras siete personas. Espero que ellas también estén tan agradecidas como yo por el regalo que nos dio.
La vida es lo más valioso que tenemos. Como receptora de un trasplante, lo siento todos los días. Agradezco poder despertar cada mañana, respirar profundamente y dar gracias a mi ángel por hacerlo posible. Si usted decide ser donante de órganos, también puede cambiarle la vida a alguien para siempre, así como mi donante cambió la mía.
- Joy Heinsohn Smith (Beneficiaria de Trasplante)